Pautas para que tu hijo no sufra déficit de vitamina D en otoño

El déficit de vitamina D en los niños y adolescentes puede tener efectos negativos en su salud en general y en su salud visual en particular. Es importante garantizar un buen aporte de este nutriente durante la infancia por muchos motivos, pero en el presente artículo nos vamos a centrar en las razones por las que deberías asegurarte de que tu hijo consume suficiente vitamina D, especialmente durante los meses más fríos del año, en otoño y en invierno.

¿Cómo afecta la falta de vitamina D a la salud visual de los niños y adolescentes?

Aunque no es la primera vez que hablamos de lo importante que es la vitamina D para la salud visual de los más pequeños, queremos hacer hincapié de nuevo en esta cuestión, ampliamente respaldada por la comunidad científica. Según numerosos estudios, disponer de suficientes niveles de vitamina D en el organismo ayuda a los niños a disfrutar de una mejor salud visual.

En primer lugar, tenemos que hablar del papel de la vitamina D en el desarrollo ocular de los niños y en la adecuada función de las células que componen los ojos. Concretamente, es en la retina donde se encuentran la mayoría de los receptores de vitamina D y este órgano (una capa muy fina y sensible a la luz que se encuentra al fondo del ojo) es el que más puede verse afectado ante un déficit de vitamina D. Si no hay suficiente, la retina no se formará correctamente y esto perjudicaría directamente a la visión del niño, llegando a poder causar ojo vago, miopía o diversas enfermedades oculares.

¿Cómo se consigue un adecuado aporte de vitamina D para proteger la retina de los más pequeños? Fundamentalmente, con la exposición al sol y la ingesta de determinados alimentos ricos en vitamina D. Con ello, por otra parte, se estará contribuyendo a construir un sistema inmune más fuerte, lo que a su vez protegerá a tus hijos de las infecciones oculares a las que en cualquier momento pueden estar expuestos. Hablamos, por ejemplo, de la conjuntivitis.

Finalmente, hay que reseñar que la vitamina D cuenta con importantes propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, por lo que su adecuada dosis en nuestro organismo servirá para protegernos frente a enfermedades oculares más graves como la degeneración macular, la retinopatía diabética o las cataratas. Sobre la relación entre esta última patología y la presencia de vitamina D, hay varios estudios que se han aproximado a la idea de que un déficit podría ser la causa de un mayor riesgo de padecerla, aunque es necesaria más investigación al respecto.

No obstante, aunque nos estamos centrando en la importancia que tiene la vitamina D para los niños y adolescentes, debemos recordar que este no es el único factor que influye en su salud visual. La variable genética y la exposición excesiva del ojo a la luz de las pantallas son, por ejemplo, otros dos factores de suma importancia.

¿Qué puedes hacer para que tu hijo no sufra déficit de vitamina D en otoño e invierno?

Si quieres asegurarte de que tu hijo tiene unos niveles adecuados de vitamina D, antes de nada, lo mejor es que pidas cita con tu médico y le solicites un análisis de sangre que mida este valor. Esto te ayudará a determinar si necesita aumentar la ingesta de vitamina D o tomar medidas adicionales, como las que vamos a contarte a continuación.

Especialmente en otoño y en invierno, el déficit de vitamina D suele ser más frecuente. El motivo es que en esta época del año la exposición al sol (la principal fuente de vitamina D para nuestro cuerpo), es más limitada. Sin embargo, no todo está perdido. Te damos varias ideas de estrategias que puedes seguir para que tu hijo mantenga los niveles adecuados de vitamina D, también durante los meses más fríos del año:

• Anímale a que aumente su exposición al sol: intenta que tu pequeño aproveche al máximo la exposición al sol cuando esté se deje ver en otoño y en invierno. Incluso en días nublados, estar al aire libre durante un corto período de tiempo puede ayudar. La cuestión es que cada día pase unos minutos al sol, preferiblemente con la cara, los brazos y las piernas descubiertos, para permitir que su piel produzca por sí misma la tan necesaria vitamina D. La cantidad de tiempo necesario depende de vuestra ubicación geográfica y el tipo de piel del pequeño, pero, generalmente, entre 10 y 30 minutos al día suelen ser suficientes.
• Dale suplementos de vitamina D: esto es especialmente importante si tu hijo tiene factores de riesgo de deficiencia de vitamina D, como vivir en una región con poca exposición solar o tener una piel más oscura, que reduce la producción de vitamina D. De todas formas, debes consultar antes a tu médico para determinar si el niño necesita de verdad tomar suplementos de vitamina D. De lo contrario, podrías estar tirando el dinero.
• Prepara recetas con alimentos ricos en vitamina D: incluye en su dieta alimentos que sean naturalmente ricos en vitamina D, como los pescados grasos (entre los que se encuentran el salmón, el atún o la caballa, por ejemplo), el hígado, la yema de huevo y alimentos lácteos enriquecidos (sobre todo leche y yogur). También puedes encontrar productos fortificados con vitamina D, como cereales y zumos de naranja. Mención especial merece en este apartado el aceite de hígado de bacalao, una fuente natural de vitamina D y también de omega-3. Puedes valorar incluso la posibilidad de darle a tu hijo suplementos de aceite de hígado de bacalao, pero asegúrate de seguir siempre las recomendaciones de dosificación y consultar la decisión con un profesional de la salud.

Ahora bien, a pesar de que ya hemos visto que la vitamina D es muy importante para nuestro organismo y que debemos esforzarnos por evitar su déficit, lo mismo ocurre si su cantidad es excesiva. Y es que el exceso de vitamina D también puede ser perjudicial para la salud de los niños, por eso siempre recomendamos que te dejes asesorar por tu médico para asegurarte de que vas por el buen camino.